sábado, 31 de diciembre de 2011

Camino de Cintura, María Bernardello

un libro de cuentos exquisito
cuidado
trece narraciones
algunos dibujos
una mujer ques muchas
la búsqueda y un deseo de encontrar
la paz de dejarse querer
como en "Casas Flotantes en Cashmir".

un libro sobre las elecciones
las decisiones
y los espacios in-negociables.

breves historias
simples
como reuniones de amigos
con la anécdota como pasta base
                                   madera sólida que se va narrando.

un arma infinita la sinceridad.

Camino de Cintura
no esconde nada
no se guarda
                  sólo es
no construye imágenes esperables
es lo que es sin pretender
cuentos de lenguaje claro y visual
que avanzan objeto a objeto
a paso firme
                  como la autora
diálogos viscerales
la no reiteración
la ocurrencia y los finales
que a veces no terminan.

una buena manera de cerrar el año.

publicado por Editorial Garrincha Club, 2011

jueves, 22 de diciembre de 2011

Soy la decepción, Carlos Godoy



jugué con “Soy la decepción”
no escribí ni una palabra
me agarré las que saltaron
y me las ordené como quise.

en algún lugar de este libro
también estaba esta poesía.

                  *

decir “no me importa la poesía” ya lo hace la gilada.
imaginate una pileta olímpica con los andariveles y los nadadores
ahora sacá los andariveles, ahora el agua, ahora los nadadores.
eso es lo que pasa:
un sistema en funcionamiento que va separando las piezas
las únicas herramientas para la escritura son el resentimiento y la paranoia;
lo que te mantiene vivo es el miedo; solo
existe una forma de hacer un libro memorable y es
liberando las enfermedades que abundan en el espacio reducido de la mente
confío en que Lost sea mi mejor reemplazo
para iniciar un ejercicio coherente de la paternidad
confío también en que de acá a unos años
la civilización acabe con la literatura
escribir poesía y llegar a viejo es lo mismo que ser maletero y llegar a viejo
y cuando ella se muera va a dejar una obra, no como todos ustedes
que todavía no aprenden a estar solos
¿qué? ¿querés ser como ese
que dicta talleres y publica libros donde cuenta
que en toda su vida no supo mantener
las relaciones sociales? ¿cuarenta años,
solo, deprimido y caliente?
y cuando llegás a casa,
todo lo que alimenta
tu poesía
sigue ahí,
dispuesto a transformar cualquier ejercicio de alegría
en un balde de agua negra
cuando cumpla mis treinta años con la poesía los invito a todos
a morfar en la pizzería La familia
que los poetas con botines galácticos hagan muchos goles.


jueves, 15 de diciembre de 2011

Red social, Ana Laura Caruso


la mano viene así
    


un tal Esteban Diácono
un Ignacio Molina
Natalia Piccoli
y otros tantos puntos de la red
aparecen juntos
con sus datos reales
-unas marcas diría Verón-
de Facebook / de la red social
que da nombre a la plaqueta
y es condición de producción del texto
también
se hacen visibles en un texto de otra naturaleza
Ana hace lo contrario de citar un libro en Facebook

rescata los “me gusta”
los “asistiré”

unas cantidades de amigos
sugerencias
descripciones de fotos
listas de películas favoritas
la música y otras referencias
unos enganchados con los otros
todos
infinitamente
parte de la misma red
informaciones

Red social es un compendio de datos que los usuarios de Facebook consignan
de manera gratuita y renunciando a sus derechos de imagen y su privacidad

en la presentación Ezequiel Alemián
nos trajo a la memoria las listas de Perec
definió al libro de Ana como un gran listado de listados
decía que este texto avanza de modo rizomático
y yo me acordaba de Deleuze y de Guattari
y por qué no decirlo, también, de Chistian Ferrer
que andá a saber cuántos amigos tiene.

Ana habló al final, en su vestidito a lunares,
y dijo que había querido resaltar el absurdo de las redes
todos comentándose cosas, dijo,
todos señalándose en la virtualidad

yo pienso en los nuevos modos de lectura
en la reeducación de las gramáticas de recepción
y en la cultura optimista de Facebook
siempre exponiendo un costado segmentado y mentiroso
sobradamente neurótico
de los usuarios
la cara sonriente
los premios
la felicidad
las frases de gente relajada
la falta de ironía
y la soledad comunitaria.

pienso que Ana tuvo una gran idea
se le ocurrió cómo contar
pero no se animó al qué
nos dejó con ganas de una historia
o de varias
darle sentido a esos entrecruzamientos
pensaba yo
en algún sentido determinado
el recurso es la puerta a un nuevo modo de narrar
eso seguro
eso me dio envidia
(que no tiene su iconito en Facebook para que la exprese)
eso se le ocurrió a ella
con sus veintitrés

Ana también hizo un recorrido posible
que deja latente en los lectores
la posibilidad de otros miles de recorridos que Ana no hizo
y esos pensamientos que despierta la plaqueta, también se agradecen.

Unos días en Córdoba, Juan Terranova

en mi afán de escribir, leo
leo mucho y lo hago cada día

hace unos cuantos miércoles me hice de éste libro de Terranova
me lo terminé entre el desayuno, un subte y el taxi de regreso a casa
fue un lindo regalo

después lo dejé por ahí
a mano
para releer de a cachos

al día siguiente tiré un par de tuis

y empecé a escribir esto
que también abandoné

me dio cosa

Terranova es nuestro profesor de taller
me cuesta ser objetiva con él
quiero ser “crítica” en el buen sentido
pero me sale impostado decir algo que valga la pena

me da cosa terminar de leer algunos libros
no siempre me pasa
pero a veces
sólo a veces
con los libros que avanzan solos, sobre todo

anoto algunas cosas
las releo
escribo en los márgenes y en las contratapas
seguro no son comentarios importantes para nadie
pero es así como me muevo ahora

y así me pasó con este libro

Unos días en Córdoba da cuenta del Terra crítico de arte
cubriendo la muestra ¡Afuera! (con signos de admiración y cursivas)
una serie de intervenciones en espacios públicos de la ciudad
con la participación de personalidades internacionales, curadores y artistas

es el diario de un escritor
-tan exquisito como el Diario de Alcalá editado por Pánico el pánico-
al que le propusieron dar cuenta de una muestra de arte contemporáneo
un escritor que se permite dudar de la etiqueta de “crítico”
y se conforma con poder observar el fino nervio, dice, de ese pensamiento
que lo define como “un personaje perdido en las partes más oscuras
del melodrama de arte”
autodefiniéndose a la vez

gustoso de visitar Córdoba
de ver a su colega Lamberti
de perderse en la ciudad
y conocer a los alumnos del escritor cordobés
en el diario se lee un Terranova sereno
capaz de disfrutar mientras dice algunas cuantas cosas
porque eso sucede con furia
no hay tamiz
ni congraciarses
en esos días hechos narración

otra cosa buena
es que uno puede entrarle al texto con facilidad
observar como teje la cabeza de un escritor
que se deja encandilar por las obras
mientras reflexiona, relaciona y descarta

eso resulta atractivo
la forma de la primera persona jugando a la no ficción
la opinión puesta de un modo sutil
la forma soslayada de hacernos saber lo que piensa.

Unos días en Córdoba es un relato sincero
nada pretencioso y a la vez motivador

mientras lo leo lo marco
después, cuando releo, encuentro algunos subrayados
en lápiz y en birome, de más de una lectura
porque a Terra, me ufano de eso, hay que leerlo más de una vez

“pringosa”, señalo, por ejemplo
no tengo idea qué es
por eso aíslo la palabra de la frase: “tela pringosa del arte contemporáneo”
y odio tener que buscarla en la página de la RAE
dice: “arbusto nativo del Mediterraneo”, y salta la foto de una flor blanca

después, más adelante, pongo una coma caprichosa en el texto
como si estuviera leyendo un manuscrito
el libro está correctamente publicado
de todos modos señalo esa coma
que no es un error
es mi modo de leer activamente
siempre con la lupa, buscando el defecto
por ahí para acortar las distancias
para volver al texto de carne y hueso

el relato son varias entradas que podrían haber sido un blog
o una crónica
va del 24 de septiembre al 12 de octubre de 2010
habla del “curador como maestro de la autocensura y la buena administración”
de la ciudad transformada en tela
de las intervenciones en el espacio en el que vive la gente

es un relato pura observación participante
registra, a la vez, afuera y adentro del narrador
las frases que le resuenan
que se remarcan
“compañeras de vino”, por ejemplo
“el arte como una carrera de resistencia”
“desbrozar”
y hace también algunas declaraciones:
“síntesis y elipsis es a lo que debería aspirar el arte contemporáneo”

me gusta la experiencia de este libro
como un viaje gratis para los lectores ausentes
encontrar la línea zigzagueante entre el escritor, el crítico y el periodista cultural
me gustan que es un diario pero no redunda en detalles efímeros
sino pensamientos agudos
y algunas pocas certezas

me gusta la puesta en cuestión de algunas cuestiones
la elección de ciertas palabras
la descripción de las obras de arte
y la postura a favor de los matices

“nuestras aspiraciones más pequeñas y fugaces
se vuelven objeto de sorna y condena
con muy poco”, dice el epílogo

espero no se cumpla ese presagio cuando lean mi reseña.


publicado por Editorial Nudista, 2011

domingo, 11 de diciembre de 2011

Los Mantenidos, Walter Lezcano

trabajar de albañil
aprender un oficio
vivir un tiempo de prestado

una casilla

una biblioteca
desear
mirar
levantarse una mina
levantarse a las cinco
tener un plan
robarse un libro sin saber por qué
darse una oportunidad
trabajar con un honesto, 
que es también un violador
estudiar
enamorarse
caminar en pantanos de callecitas calientes
echarse un piyo
repartir 
darse con la mano
hacerse la moneda
levantar un diario
vender 
hacer bandera
encontrar belleza 
atrás de un cinturón 
entre unas tetas
dar clases
ser nuevo
caer
esmerarse frente a la guachada
hablar desde Lengua con Inglés
sentir la mirada de Matemáticas
provocar
insistir
fracasar
despertar interés en los pendejos
seguir haciendo
incentivar
promover
meterse en problemas
engañar
quedarse cuando no
llevarse a un velatorio
saber dónde se está
parado.

mi admiración profunda al colega Walter Lezcano por este libro hermoso.

publicado por La Funesiana, 2011

Kriptonita, Leo Oyola



“las calles acá son de tierra, hijo. Por eso no puede venir a tomar la leche Carozo con nosotros”. Capítulo X, Kryptonita.


como en La Fuga de Alcatraz, del 18 de enero de 1960
uno lee Kryptonita de Oyola
y quiere que el Nafta Súper y toda su cría salgan ilesos del Paroissien
que la zafen
la identificación es total
como en la película
se pierde la noción de todo mientras se está en la historia
del tiempo
del espacio
no parece un libro Kriptonita
parece que estás con las luces apagadas
sentado en la butaca cómoda de un cine
no importa que hayan sido hechos reales
o no
que el Pinino, o Frank Lee Morris sean culpables o inocentes
lo que importa es que se escapen
eso quiere uno
que está ahí todo el tiempo 
moviendo la pierna contra el piso 
aplicándole el resucitador al Pini
siendo las manos del Tordo
nada te distrae de la trama
porque está prolijamente enhebrada 
porque sin darte cuenta estás adentro 
todo el tiempo
con el tipo 
haciendo fuerza para que las cosas salgan
como en la peli
querés que le pasen las cosas como sea redimís 
todo
porque no te habías puesto a pensar 
lector de clase media melanco 
porteño de pocas necesidades 
vos 
yo
no me había puesto a pensar 
en el pasado de estos pibes
en la falta
en la carencia
en los agujeros insalvables de los que tienen la suerte de nacer al otro lado de La General Paz
resulta que no eran zapatillas
había 
otras cosas
había
muchas
porque Oyola arranca con la “mejor imposible” observación sobre el uso del lenguaje
y ya te agarra 
y ya te mete al relato
te hipnotiza
sin rodeos y sin victimizar personajes 
Oyola mete fichas todo el tiempo al uso del lenguaje
que es de todos
pero no
algunas palabras las sabemos 
pero no las usamos
no pertenecen a nuestro universo de posibles
“obitar”, por ejemplo
ni la sabía
las palabras recortan espacios
clases sociales
posibilidades
y eso está claro, cada vez más claro en la narrativa de Oyola que sin ponerse de ningún lado
te pone a pensar
te prende la máquina y no la podés apagar
las imágenes van pasando solas
rápido.
al ritmo de todo lo que pasa
sin dejar que te aburras
con un narrador que se va turnando
generoso, él
que tiene ratos en los que es un “nosotros”
el staff de la clínica privada
y después es el cuidador, y así
un narrador que le va prestando protagonismo a los integrantes de la banda para que cuenten
un megáfono que va de mano en mano
de boca en boca
y cada uno se toma su tiempo para tirar pasajes trágicos y tragicómicos de sus vidas
como el secuestro del Caroso, que para qué adelantárselos si es un manjar

                                                                      *

si una marca tienen las novelas de Oyola es la de la oralidad
-no digo nada nuevo-
alguien decía que la Cultura Popular es afásica
siempre se la mira desde afuera
se la vuelve objeto para estudiarla
una palabra escrita que llega después de unas, inevitables, mediaciones
Oyola se la juega entera
va atrás de la oralidad más genuina
hace hablar a los sin voz
los amplifica

                                                                      *


esperando uno de los finales trágicos y oscuros  
uno se sorprende al ver que esta vez las puertas vaivén del hospital se abren 
para dejar pasar la imagen del protagonista 

tanta fe profesa Leo en sus novelas que algún día iba a pasar 

¿por qué no? 

un súper héroe salido de las entrañas mismas del conurbano bonaerense
que cuando regresa a la villa cuela rancho por cualquier hueco, para “entrar por los pasillos con los
brazos abiertos a los costados y las palmas de las manos acariciando las paredes de revoques gruesos, los ladrillos huecos anaranjados y los alambres con formas de rombos, hasta llegar al patio donde sea la fiesta al ritmo de la canción que esté sonando".
yo 
por lo menos 
que odié toda mi vida la cinturita de avispa de la Mujer Maravilla 
estoy esperando que a esta gente le vaya bien 
que se escapen  
que demuestren cuánto pueden
que la fe mueve montañas 
no de tierra o de granito
la fe 
no es un terremoto
es una decisión
mover montañas de sentido
los “no se puede”
los “son todos chorros” 
los “negros de mierda”
pilas de sentidos enquistados
montañas de discursos construidos socialmente para marginar
prejuicios
esas montañas querés que se muevan cuando leés
las que está soplando Leonardo Oyola
que nos trae un viento nuevo.

Luz negra, Christian Broemmel




a Broemmel lo agarré con prejuicio.
le había leído un cuento, antes
y no estaba mal, pero no sé
lo agarré onda “a ver qué escribiste”
y la verdad me sorprendió.
primero lo escuché leer “el verdadero arte”
los otros días
un cuento en el que Pablo Bonomi entra a la oficina de “el Gran Jefe”
                   así le puso al personaje sin nombre / que es el que manda
                   a ese que alguna vez todos odiamos
                                                  y todos los personajes de Broemmel odian
la representación de:
                                a dónde hay que llegar
                                   qué hay que ser
                                      qué es el éxito.
y narra:
“El Gran Jefe estaba sentado en el punto exacto donde convergían los límites últimos de las nalgas en aquella foto, es decir en el lugar preciso donde debía ubicarse el orificio del ano. Bonomi ladeó casi imperceptiblemente la cabeza para poder ver detrás de El Gran Jefe aquello tan rosado tan extremadamente rosado y lozano a la vez. Veo que le gusta el cuadro, dijo ese lunar, esa molestia”.


pero Broemmel, en verdad, no habla tanto de El Gran Jefe
(entre paréntesis me gusta como nombra a los personajes)
como de los oficinistas
de los trabajos de éstos
de qué hacen algunos
                                 y otros
con sus vidas
por donde escapan.
en Alaska, otro de los cuentos que me encantó,
el jefe le dice a Colodrero
en respuesta al ascenso que le pide:
“No sube el que meramente cumple su horario, por mejor que sea, ni el que sólo se fija en hacer bien lo suyo; se proyecta el que trata de estar en todo, el que abarca los huecos que dejan los demás, el que busca una solución a los problemas que surgen en el área y se queda sin dormir para superarlos”.
Broemmel habla del tedio
de la rutina asfixiante
de la máquina de café:
”Cincuenta, cincuenta, cincuenta, Seleccionar el sabor deseado. Capuchino”
y el café se vuelca,
y el ascenso no llega
y Alaska, o Siberia, o Japón
o el Fassino y la charla con el pez para escapar
o escribir para escapar
imaginar.
como en el cuento breve que da comienzo al libro
titulado “N”
donde un escritor
(colocado no casualmente en el primer lugar del libro)
pelea con su editor
confunde su voz con la de sus personajes.
“Julieta. Así se llama. Estudia en Exactas y ve su futuro bien claro hasta que Martín, acaba, y le empaña los lentes”.
eso narra.
“Y que después Martín da vueltas en la cama, molesto, arroja la frazada a un costado y se levanta como quien se arroja de un puente”.
eso sigue narrando.
un escritor cuenta la historia de una pareja.
de un tal Martín que una vez,
por primera vez en su vida,
toma una decisión.
un cuento que termina en la imagen del escritor
sacándose las manos para dejar que escriban solas.
un escritor que puede entrar en la trama y pegarle al personaje,
                                    vengar a otro personaje,
                                     castigar al escritor.
un escritor inconcluso.
como el “hombre diferido”, último y más largo cuento del libro
donde un hombre observa  a otro
¿para escapar?
y en la imaginación aparece el mundo infinito de todo lo posible
la imaginación sin límites
la creación como puerta de salida.
una verdad.
eso leo yo en Luz Negra de Broemmel
entre otras cosas
y seguro que es una de las millones de lecturas que se pueden hacer de este libro:
unos cuentos de unos oficinistas
encerrados en unas rutinas
unas mediastintas
una oscuridad
que quiere ser luz
-como todo extremo y contrapartida- 
escapar a mundo de ensueño y de imaginación.