en mi afán de
escribir, leo
leo mucho y lo
hago cada día
hace unos cuantos
miércoles me hice de éste libro de Terranova
me lo terminé entre
el desayuno, un subte y el taxi de regreso a casa
fue un lindo
regalo
a mano
para releer de a
cachos
al día siguiente tiré
un par de tuis
que también
abandoné
me dio cosa
Terranova es nuestro profesor de taller
me cuesta ser
objetiva con él
quiero ser “crítica”
en el buen sentido
pero me sale
impostado decir algo que valga la pena
me da cosa
terminar de leer algunos libros
no siempre me pasa
pero a veces
sólo a veces
con los libros que
avanzan solos, sobre todo
anoto algunas
cosas
las releo
escribo en los
márgenes y en las contratapas
seguro no son
comentarios importantes para nadie
pero es así como
me muevo ahora
y así me pasó con
este libro
Unos días en Córdoba da cuenta del
Terra crítico de arte
cubriendo la
muestra ¡Afuera! (con signos de
admiración y cursivas)
una serie de intervenciones
en espacios públicos de la ciudad
con la participación
de personalidades internacionales, curadores y artistas
es el diario de un
escritor
-tan exquisito como el Diario de Alcalá editado por Pánico el pánico-
al que le
propusieron dar cuenta de una muestra de arte contemporáneo
un escritor que se
permite dudar de la etiqueta de “crítico”
y se conforma con
poder observar el fino nervio, dice, de ese pensamiento
que lo define como
“un personaje perdido en las partes más oscuras
del melodrama de
arte”
autodefiniéndose a
la vez
gustoso de visitar
Córdoba
de ver a su colega
Lamberti
de perderse en la
ciudad
y conocer a los
alumnos del escritor cordobés
en el diario se
lee un Terranova sereno
capaz de disfrutar
mientras dice algunas cuantas cosas
porque eso sucede
con furia
no hay tamiz
ni congraciarses
en esos días
hechos narración
otra cosa buena
es que uno puede
entrarle al texto con facilidad
observar como teje
la cabeza de un escritor
que se deja
encandilar por las obras
mientras
reflexiona, relaciona y descarta
eso resulta
atractivo
la forma de la
primera persona jugando a la no
ficción
la opinión puesta
de un modo sutil
la forma soslayada
de hacernos saber lo que piensa.
Unos días en Córdoba es un relato
sincero
nada pretencioso y
a la vez motivador
mientras lo leo lo
marco
después, cuando releo,
encuentro algunos subrayados
en lápiz y en
birome, de más de una lectura
porque a Terra, me
ufano de eso, hay que leerlo más de una vez
“pringosa”, señalo,
por ejemplo
no tengo idea qué
es
por eso aíslo la
palabra de la frase: “tela pringosa del arte contemporáneo”
y odio tener que
buscarla en la página de la RAE
dice: “arbusto
nativo del Mediterraneo”, y salta la foto de una flor blanca
después, más adelante,
pongo una coma caprichosa en el texto
como si estuviera
leyendo un manuscrito
el libro está correctamente
publicado
de todos modos
señalo esa coma
que no es un error
es mi modo de leer
activamente
siempre con la
lupa, buscando el defecto
por ahí para acortar
las distancias
para volver al
texto de carne y hueso
el relato son
varias entradas que podrían haber sido un blog
o una crónica
va del 24 de
septiembre al 12 de octubre de 2010
habla del “curador
como maestro de la autocensura y la buena administración”
de la ciudad
transformada en tela
de las
intervenciones en el espacio en el que vive la gente
es un relato pura
observación participante
registra, a la
vez, afuera y adentro del narrador
las frases que le
resuenan
que se remarcan
“compañeras de
vino”, por ejemplo
“el arte como una
carrera de resistencia”
“desbrozar”
y hace también algunas
declaraciones:
“síntesis y
elipsis es a lo que debería aspirar el arte contemporáneo”
me gusta la
experiencia de este libro
como un viaje
gratis para los lectores ausentes
encontrar la línea
zigzagueante entre el escritor, el crítico y el periodista cultural
me gustan que es
un diario pero no redunda en detalles efímeros
sino pensamientos
agudos
y algunas pocas
certezas
me gusta la puesta
en cuestión de algunas cuestiones
la elección de ciertas
palabras
la descripción de
las obras de arte
y la postura a
favor de los matices
“nuestras
aspiraciones más pequeñas y fugaces
se vuelven objeto
de sorna y condena
con muy poco”,
dice el epílogo
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